La historia jamás contada

Nací en una familia pobre. Soy una mujer del pueblo llano. Así me he sentido siempre, a pesar de haber recorrido entornos diversos, diversas ciudades, trabajos, universidad…

Entre uno y dos años

Nací en una familia humilde, humildes fueron mis vecinos y humildes mis primeras amigas, aquellas con las que empecé a ver la vida y con las que crecí jugando con pocos muñecos y mucha imaginación. Jugábamos y peleábamos a la limón, según si estábamos de acuerdo o desacuerdo, hasta en más de una ocasión, recuerdo cómo nos tirábamos piedras, escondidas tras las esquinas. Piedras, que nunca llegaron a dar con su destino, tan buena puntería teníamos.

En el patio de mi casa, una casa del centro de Sevilla, una vivienda familiar de dos plantas, donde nosotros ocupábamos una de las dos vivienda del bajo, mi madre me permitía hacer casitas con las sillas del comedor, tumbándolas y haciendo mi propia casita, para mi muñeca, adonde sólo entraba quien yo quería… Yo era la más pequeña de todas las niñas que vivían en la casa y alrededores, y a veces me admitían en sus juegos y otras no… Así podría entretenerme, estando cerquita, su niña, su unica niña, la niña de sus ojos. También le hacía compañía, llenando sus horas de soledad. Ocuparse de mí, era más que una obligación, era todo un orgullo.

Mi madre siempre me defendió, a pesar en muchas ocasiones, de que yo no quería que lo hiciera. Yo quería defenderme a mi misma, porque las niñas, cuando mi madre iba a buscarlas y regañarles por cualquier cosa que ocurriera, al final, cuando ella no estaba, se reían de mi, la niña de mamá…

Era una vida sencilla a la que mi padre se incorporaba por la noche. Él trabajaba todo el día y por la tarde se reunía con sus amigos en un bar, el 6-40, al que acudían a diario desde que eran jóvenes solteros, allí seguían los partidos de futbol, por la radio, claro, y nosotras íbamos el domingo, a tomar unas tapas. Era el centro de reunión de ellos y sus familias, hasta que por motivos de reloj vital, fueron desapareciendo y finalmente, el bar cerró y hoy es un chino…

Gente sencilla, trabajadores manuales, albañiles, pintores, fontaneros, con bajos salarios y pocos hijos, hijas, destinados a reproducir, ellos, la profesión de su padre y ellas, orientadas al cuidado de sus mayores y a formar una familia, tener hijos y cuidar de su casa.

Estudios? Con saber leer y escribir, no se necesitaba más, para qué?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *