Con anterioridad había leído, pensado e incluso hablado con amigos, con el consiguiente malestar e incertidumbre, de que podría llegar una situación internacional donde se hiciera imprescindible una disminución drástica de la población y de cómo en la historia se habían dado situaciones de pérdida masiva, del orden de millones de personas, con lo que se habría equilibrado ese exceso y el consiguiente consumo de los recursos existentes. Sobre todo, en los momentos donde se había acentuado la crisis del planeta, la supervivencia de la forma de vida hasta entonces, el desperdicio de materiales al que nos acostumbró la vida que habíamos creado, la economía capitalista, -produce y tira, no arregles-, en fin, un montón de historias, que no son el objeto de este escrito
Las dos guerras mundiales, las epidemias como la de la peste, cerca de nosotros, la de Sevilla del siglo XVII, que dejó a la ciudad con la mitad de su población, la casi desaparición de la población autóctona americana, cuando el descubrimiento y la conquista por los pueblos europeos, y más cercano a nosotros, los ataques químicos sufridos por grupos sociales en países de Oriente, en fin… verdaderas masacres en lo que a la desaparición de personas se refiere.
La globalización, con sus pros y sus muchos contras, acumulando riquezas en unas pocas manos, y dejando fuera de la cancha de juego a tantos países y familias y consumiendo recursos naturales a una velocidad endiablada, hasta que se agoten, una barbaridad
Gobernantes elegidos o gobernantes con poderes autocráticos, da igual, todos al servicio del dios dinero, del acumular, contrario al repartir, al compartir, a igualar las formas de vida de todos nosotros. El cambio climático, la crisis del clima, la quinceañera Greta Thunberg, que ha agitado conciencias y levantado a toda la juventud, contra la irresponsabilidad de los gobernantes que, mirando para otro lado, niegan la realidad del que se acabó, ya no doy más, esto termina aquí.
Y entonces, llegó el coronavirus, sin comerlo ni beberlo, si, pero eso sólo pasa en China, y está muy lejos. No tiene nada que ver con el sitio donde vives, eso no va contigo… Y empezaron a haber muertos, y sin creerlo, la globalización, extendió como reguero de pólvora esos virus a todo el planeta. Este virus, se propaga de una forma especialmente rápida, tanto, que un enfermo puede contagiar hasta a veinte, y se instala, se coloca en los alveolos pulmonares, de tal manera, que genera una neumonía más o menos severa, que afecta sobre todo a personas mayores o que tengan pocas defensas.
Pero no se quedó en China, a pesar de las medidas que su gobierno adoptó con diligencia y autoridad indudables. Wuhan, el nombre de la ciudad de la que se adueñó primero. Cerraron la ciudad. Aislaron a sus habitantes en sus casas, para que, no teniendo contacto entre ellos, no permitieran al bichito, ir de un cuerpo a otro. Pero eso resultó insuficiente. Alguien viajó fuera de allí y lo portó a cualquiera otra parte, de tal manera, que se extendió por todo el mapa mundial, sin que quedara libre ningún país, ningún lugar sin ser conquistado por el virus. Italia, dentro de Europa, fue el país con más personas atacadas y después España…
Se montaron equipos de técnicos médicos y políticos, responsables en cada país. En cada uno, se fueron adoptando medidas diferentes, unos reaccionaron tomando medidas, más rápidamente que otros, siempre con la idea de base, de, a mi no me pasará… pero pasó. Toda Europa, hasta el propio Vaticano, fue asaltado por el virus, estando aislado incluso, el Papa.
Y aquí nos tienes, encerrados, aislados, contemplando cómo todo aquello que habíamos hablado en vacío, en futurible, en términos de historia, de tertulia, de eso ya pasó, de eso no tiene nada que ver con nosotros… Pues aquí estamos, aislados en medio de casi la nada, en medio de la dehesa, un paraje para disfrutarlo, y sin embargo obligados a quedar aquí, por el tiempo que te marquen otros, no por el que tu habrías elegido.
Al menos el tiempo acompaña, y la compañía de la familia más cercana, llena a ratos el vacío de la inmovilidad, del encierro del aislamiento forzoso…